La conducta se aprende desde los primeros momentos de la vida del niño , conocer las leyes que rigen este aprendizaje nos permitirá educar mejor al niño y evitar problemas que puedan influir negativamente en su desarrollo personal. Los padres tienen una gran influencia en el comportamiento de sus hijos, y dado que estos comportamientos son aprendidos, también se pueden modificar.
Es importante que se tenga en cuenta qué conductas estamos reforzando y cuáles no, y si las conductas que reforzamos son las adecuadas. Cualquier reacción por parte de los padres durante o inmediatamente después de cualquier conducta de su hijo, la refuerza: ya sea prestándole atención para alabarle o para regañarle o reprenderle.
Cuando un niño realiza una conducta inadecuada, si no le prestamos ningún tipo de atención estaremos contribuyendo a que abandone esa conducta. Por el contario, si queremos que realice más frecuentemente una conducta determinada deberemos reforzar su acción por medio de nuestra atención, alabanzas, caricias, besos….Concluyendo, una conducta se mantendrá o desaparecerá en función de las consecuencias que obtenga tras su realización. Si sólo prestamos atención cuando lloran, gritan, mojan la cama o dan la lata, estaremos consiguiendo que esas conductas reaparezcan. Si cuando el niño está tranquilo y mantiene una conducta adecuada para su edad, que se supone que es lo que debería hacer, no reforzamos, el niño dejará de hacerlas.
Es frecuente escuchar a los padres quejarse de lo inquietos y traviesos que son los más pequeños, y no deja de ser una conducta típica de los niños de esa edad, que intentan explorar su entorno.
En resumen, es importante que se tenga en cuenta que el niño tiene un nivel de desarrollo y realizará unas conductas que vienen determinadas por su evolución, y son por tanto, normales por la edad que tiene, y por lo que va aprendiendo. Sin embargo, tendremos que saber identificar cuándo existe un problema de conducta, cuando realice o no realice comportamientos que sean adecuados para su nivel (por ejemplo, con 7 años no sabe vestirse solo) o que los repite de forma insistente y forman parte de su repertorio habitual (para salirse con la suya llora siempre o forma pataletas continuamente).
VERÓNICA DÍAZ
psicóloga de AyC
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