Con la mejor de nuestras intenciones los padres tendemos a complacer a nuestros hijos pequeños en la mayoría de sus peticiones. Suelen ser cosas que pensamos no tienen excesiva importancia y que aparentemente facilitan una convivencia más tranquila, libre de lloros y rabietas.
Sin embargo, acceder a todas sus peticiones va a tener una gran importancia en su desarrollo. Debemos tener en cuenta que si siempre hacemos lo que el niño quiere estaremos fomentando que en el futuro sea una persona intolerante.
Decirles “no” es imprescindible para que aprendan a manejar sus emociones. La frustración debe formar parte del aprendizaje general del niño. Además, dado que las demandas del pequeño irán aumentando con la edad, podría llegar un momento en que, aunque quisiéramos, nos resultaría imposible complacerlo.
Es entonces cuando puede llegar a ser agresivo, dado que no ha aprendido a manejar sus emociones y no conoce otra forma de lograr sus objetivos. Nunca ha tenido que esforzarse para conseguir algo.
Resulta por tanto imprescindible un cierto “entrenamiento” en la frustración porque para desenvolverse adecuadamente como adulto es necesario aceptar las renuncias. Somos los padres los que debemos acostumbrarles a ello poco a poco.
¿Cómo podemos ayudarles a manejar la frustración?:
· Debemos tener claro que aunque sea duro negarle sus deseos le estamos enseñando a esforzarse y a ser tolerante ante situaciones que no se resuelven como le gustaría.
· Hay que estar serenos y aguantar la rabieta con una actitud tranquila, sin gritar ni amenazar. Es mejor dejar los razonamientos para otro momento en el que todos estemos más calmados.
· Tenemos que ignorar el berrinche y tener la paciencia suficiente para aguantar el enfado, la posterior pataleta y el tiempo que le cuesta al niño asumir su frustración al no conseguir lo que desea.
· En ocasiones es conveniente demorar unos minutos la consecución de su petición, así irá aprendiendo a esperar para conseguir algo que desea.
· Es esencial que los dos padres se muestren de acuerdo delante del niño a la hora de negarle algo. Si se muestran inseguros o se contradicen, el niño intensificará la rabieta e insistirá en su intento de convencer a uno de los dos.
· Debemos ser coherentes con lo que pedimos. Ellos aprenden de nosotros así que si hemos tenido un mal día en el trabajo o ha surgido algún contratiempo no debemos reaccionar montando escenas o de forma rabiosa.
· Cuando el niño ha recibido una negativa puede intensificar el volumen de sus peticiones o incluso buscará público, haciéndonos sentir observados por los demás. Hay que mantener la calma. Si tienen trato con niños, ya tienen una idea de lo que está pasando.
No nos vamos a convertir por ello en tiranos que se niegan sistemáticamente a todo, no somos malos padres por no decir “sí” a todo y no va a quedar marcado de por vida por ello. Hay que tener presente que nuestro objetivo es que aprenda a esforzarse y a ser tolerante ante un “no”. Intentamos fortalecer el desarrollo como persona de nuestro hijo, lo que le ayudará a no bloquearse y a manejar sus emociones correctamente en sus relaciones sociales, en sus estudios y en su trayectoria profesional.
Lidia Pérez
Psicóloga de AyC
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